El saqueo a la Fiambrería.
Martes 3 de mayo de 1977, esquina Aranguren y Rojas, fiambrería y despensa El Gallego.
El almacén del gallego era uno de esos lugares que ya no se suelen encontrar. Un viejo local de techos altos donde colgaban jamones Serranos, pisos de madera no muy limpios, un mostrador de mármol blanco atestado de pickles por donde el Gallego solía pasar un trapo de procedencia dudosa (algunos sostienen que con ese mismo trapo se secaba la boca después de comer y cortaba el jamón, otros manifiestan peores atrocidades higiénicas que no nos atrevemos a develar). El Gallego estaba asistido por su mano derecha, el joven y babiento Ricardo Tapia, diestro a la hora envolver embutidos tales como salame o bien por qué no el Salchichón.
La fiambrería no se destacaba por su refinada limpieza, ni por el cordial trato de sus dueños; nada de eso, sino más que nada por los clientes.
Acorde al relato de mi abuela esto fue lo que ocurrió aquel día.
Alfred llegaba siempre temprano, a la tarde, a eso de las 15: 00hs.
Alfred:- Buenas tardes Polaco!. Dijo el viejo en tono de burla.
Gallego - ¿Pues… cómo anda anciano?, ¿Qué va a llevar hoy su señoría?
Ricardo: - Mmm yo ya sé (en tono afeminado), al joven Bruno Diaz le encanta comerse un sandwitchito de salame con leche tibia. Mmm qué buen gusto. Aquí se lo tengo preparadito. Dijo el asistente empapando de saliva un pequeño paquete envuelto con papel blanco.
Alfred: - Muy gentil ricky, muy gentil, a ver cuando pasas por casa. Me encanta verlos jugar con esos trajes. ¿Cómo es que se hacen llamar, esteeee, el dúo bígámico?
Ricardo- No, amor, el dúo dinámico… Por favor mandale un besito a Bruno y decile que le preparé este salamito especial. Le va a encantar…
Alfred:- De acuerdo, serán dados. Adiós
Gallego: - Ahh!!! El señor se marcha sin pagar?? Son 456 australes, viejo pillo.
Alfred: - Perdón! sabrá disculpar mi descuido, faltaba más ¡Cóbrese 460!¡Ahora sí, adiós!
Ricardo:- ¡Chaucito Buen mozón!
El viejo mayordomo introdujo el paquete en un changuito, cuando de repente contempló que en el transcurso de la conversación que mantuvo con Ricardo y su empleador, el local se había colmado de gente. Para ser precisos habían llegado algunas personas que él bien conocía. Uno de ellos era Bernardo, quien vivía en la esquina. A su lado, tratando de comunicarse con el pobre viejo mudo, estaba el maestro de artes marciales, que lucía recién amanecido ya que portaba una bata rosa y barba de más de dos días. Mientras el viejo los saludaba y comentaban acerca de las novedades del barrio Luisa L, o algo así, abría con esfuerzo la heladera en busca de un paquete de salchichas para cenar esa noche.
Todo parecía normal, igual que siempre; el Gallego estaba trapeando el mostrador, Ricardo contemplaba de manera lujuriosa el cantimpalo de exportación, cuando de pronto dos personas ajenas al barrio irrumpieron en el local.
A fuerza de empujones se acercaron al mostrador desplazando de una sacudida al mayordomo al suelo mientras que el viejo Bernardo contorneaba su cuerpo para mantenerse en pie.
Gallego: - Buenas, ¿Qué van a llevar?
Una de la dos personas: - ¡Uff que baranda! ¿Ese olor sos vos gallego? ¿No guardaste el roquefort por dos semanas?
Gallego: - ¡Qué atrevido! Rajen de acá o les…
Otra persona: - Gallego, vos sabés como es esto, los estamos asaltando, así que quedate piola que no vamos a tardar mucho.
Mientras terminaba de decir esta frase cerró la puerta para que nada alterara el curso del robo.
Asaltante 1: - Bueno, vamos a empezar, ante todo que nadie se haga el Batman, el zorro o cualquier otro héroe común, ahora voy a pasar con esta gorra y me van a ir dando todo.
Ricardo: - ¡Qué diver! ¿Es como un asalto a la gorra?
Asaltante II: - ¿Qué le pasa a la mariposa? por qué no hacés el favor de cortarme medio kilito de crudo y un cuarto de salame para la merienda
Ricardo: - ¡A la orden mi señor!. (Babeando todo).
Asaltante II: - Bueno abuelito, levantate que vamos a arrancar con vos. Dame todo.
Alfred, con una actitud desganada, introducía en la gorra su billetera, la chequera, un reloj de pulsera, un anillo, una foto carnet de Enrique Pinti y una pulsera de plata, mientras con la otra mano pulsaba el centro de su llavero negro y amarillo como si pudiera comunicarse con alguien.
Asaltante II: - ¿Qué es lo que hacés con la otra mano? ¿A ver qué tenés ahí? Mirá vos qué bárbaro. Un llavero de Batman. No te da vergüenza a tu edad. ¡Che, Carlos, mirá lo que tiene el viejo! El bandido sostenía el llavero insignia con su mano.
Carlos: - Uyy!!! Mirá qué bueno, sacáselo. Ramón ¿Te parece bien medio de crudo y un cuarto de salame... Algo mas?
Ramón:- Joya, pero sumale tres cuarto de bondiolita y cien de mantecoso.
Ricardo: - Entendido (un hilo de baba corría por su boca).
Carlos ya estaba junto a Bernardo quien parecía no entender lo que sucedía.
Carlos:- ¿Qué pasa nono? ¿Le cuesta? Deme todo de una buena vez!
Bernardo se tocaba la cara y trataba de expresarse con las manos.
Ramón: - Dale viejo lobo, no te hagas el zorro con mi amigo que pierde rápido la paciencia
Luisa L: - Caballeros, no se impacienten, el pobre hombre es Sordo- mudo.
Ramón y Carlos: - ahh!!!
Carlos. - Está fuerte ésta eh!!!
Ramón: - ¡Sí! Dejémosla para el final. ¡Date vuelta mamita! ¡contra la pared!
Carlos: - Sos vivo eh!!! Jajaja.
La joven obedeció.
Ramón: - Bueno viejo, dale, poné todo aca y listo.
Una vez que Bernardo cedió todas sus pertenencias ambos ladrones se dirigieron hacia el viejo maestro para reducirlo.
Carlos: - Bueno a ver vos. Dale.
El maestro sabía que podía con ambos pero prefirió no hacer nada ya que si algo salía mal ¿Quién se encargaría de sus cuatro hijitos que vivían debajo de las alcantarillas?
Ramón: - ¿Así salís a comprar vos? ¡Qué mal aspecto tenés!
Ambos mal vivientes comenzaron a introducir sus manos en los bolsillos del maestro para obtener algún objeto de valor, pero todo fue en vano.
Carlos: - ¡Pero qué cosa viejo, está vacío!
Gallego: - Si. ¡Es un rata!. (Refiriéndose casi sin levantar la mirada al maestro Splinter)
Gallego: - ¡Este es bravísimo, vive de fiado!
Ramón: - ¡Bueno ya está, ahora si vamos al plato fuerte! A Ver vos Linda, date vuelta y vení para aca.
La joven volteó tímidamente y mirando al piso se acercó a Carlos.
De pronto un ruido colmó el ambiente, todos las miradas se clavaron en el mostrador, el gallego transpirado levanto las manos, el fiambre reposaba sobre el mostrador, pero Ricardo no estaba ahí….
Milo: - ¿Veamos… qué significa la palabra alumno
Ricardo: - mmm no sé profe, puede ser: al Humo?
Milo: - No, la palabra alumno proviene del latín y significa sin luz. Esta palabra tenía como fin hacer una disquisición entre el profesor quien era el iluminado y el aprendiz que está en camino de adquirir la luz
Ricardo: - ¡a mí me gusta más sin luz!
Continuará en el número 3!!!