Rara especie el ser humano. Ésta (se supone) se diferencia de nosotros, los animales, por su capacidad de pensar , de generar y destruir cultura. ¿Cómo conocen estos animales pensantes? La verdad es que es una discusión que no tiene mucho sentido desarrollar en sentido amplio. “El medio es el mensaje” dishu alguna vez un aldeano global y algo de razón debe tener, ya que el ser humano transcurre su vida absorbiendo información constantemente, disfrazadas de múltiples y variadas formas. Sin embargo, los estudiosos aseguran que son los medios de comunicación quienes poseen la virtud de crear la realidad en esta falsa democracia de ofertas burguesas. Es de esta manera que se acotan las diversas formas de elección, imponeniendo sus reglas de juego, reproduciendo el orden imperante, disfrazado de variadas formas, logrando que los seres humanos den la pata y se acostumbren a las diferentes clases de Dogui. ¿Se da cuenta señor lector? Usted y yo no somos muy distintos.
El problema es cuando a los vendedores de espejitos, no les resulta redituable ese modelo. Todo el andamiaje saca a relucir el descontento popular y las manadas salvajes manifiestan toda su “barbarie” abollando cacerolas y prendiendo fuego un Big Mac, que harían poner los pelos de punta a Darwin y al pelado de Sarmiento.
Idea: Suena la chicharra y el perro se babea al escucharla = Cambia el discurso de los medios y cambia la forma de ver las cosas de los humanos.
Mucho debe ser el desgaste intelectual de estas fieras, que al cambiar un poquito el contexto pasan a ser unos gatitos indefensos que les encanta dormir la siesta.
El problema reside en los resultados. La recepción y repetición de ciertos estímulos genera que la mascota se adecue a las reglas del buen amo, el cual quiere tanto a su mascota. Con la pata en el corazón… no encuentro mucha diferencia en este aspecto a levantarse, desayunar, tomar el colectivo, trabajar por unas migajas y volver a casa a ver bailar o hacer nada por tele. La diferencia grave está en que, cuando el perro se manda alguna travesura y se ve venir el clarinete del domingo con fuerza hacia su lomo, sabe que lo están retando. Si se lo acostumbra a pasear a ciertos horarios, el problema del pichi en la alfombra se soluciona. En cambio, la repetición de errores en los humanos, pareciera no aprenderse con la repetición. Esto queda muy en evidencia en la elección de sus representantes por ejemplo, que hace babear a Pavlov y hace llorar al “Que se vayan todos”.
Hace unos días me crucé a una caniche re paqueta y me preguntó por qué su dueña se quejaba tanto por el precio de las cosas. Mi contestación fue categórica. Ahora que la tele se ocupa de dudar del gobierno y de sus índices, algunos amos se quejan de su Dogui de calidad. Visto y considerando su desorientación, ella me olió y su dueña la alejo de mí.
El problema es cuando a los vendedores de espejitos, no les resulta redituable ese modelo. Todo el andamiaje saca a relucir el descontento popular y las manadas salvajes manifiestan toda su “barbarie” abollando cacerolas y prendiendo fuego un Big Mac, que harían poner los pelos de punta a Darwin y al pelado de Sarmiento.
Idea: Suena la chicharra y el perro se babea al escucharla = Cambia el discurso de los medios y cambia la forma de ver las cosas de los humanos.
Mucho debe ser el desgaste intelectual de estas fieras, que al cambiar un poquito el contexto pasan a ser unos gatitos indefensos que les encanta dormir la siesta.
El problema reside en los resultados. La recepción y repetición de ciertos estímulos genera que la mascota se adecue a las reglas del buen amo, el cual quiere tanto a su mascota. Con la pata en el corazón… no encuentro mucha diferencia en este aspecto a levantarse, desayunar, tomar el colectivo, trabajar por unas migajas y volver a casa a ver bailar o hacer nada por tele. La diferencia grave está en que, cuando el perro se manda alguna travesura y se ve venir el clarinete del domingo con fuerza hacia su lomo, sabe que lo están retando. Si se lo acostumbra a pasear a ciertos horarios, el problema del pichi en la alfombra se soluciona. En cambio, la repetición de errores en los humanos, pareciera no aprenderse con la repetición. Esto queda muy en evidencia en la elección de sus representantes por ejemplo, que hace babear a Pavlov y hace llorar al “Que se vayan todos”.
Hace unos días me crucé a una caniche re paqueta y me preguntó por qué su dueña se quejaba tanto por el precio de las cosas. Mi contestación fue categórica. Ahora que la tele se ocupa de dudar del gobierno y de sus índices, algunos amos se quejan de su Dogui de calidad. Visto y considerando su desorientación, ella me olió y su dueña la alejo de mí.