Son tantas las imágenes que es muy difícil quedarse con una. Lágrimas, caras de desconcierto, miradas al suelo, acusaciones cruzadas, retornos épicos. Todo eso y mucho más dejó el primer año de River en la B Nacional. Hoy la cosa ya está terminada, hace unos días el (ex) glorioso equipo que supo contar entre sus filas a grandes jugadores como Francescoli, Labruna, Carrizo (Amadeo, claro, no hablaba de Juan Pablo); volvió a la Primera División de la mano de Almeyda y su tropa de leones.
¿Dónde podríamos situar un
inicio, un comienzo o un punto de quiebre y no retorno en ese tobogán
increíblemente cómico que llevó al club de Núñez a los torneos de Ascenso? Si
uno tuviera que pensar momentos podría decir más de uno: haber finalizado
último en 2008 tal vez; formar un equipo peor que otro en los torneos
siguientes quizás; la derrota en el superclásico de 2011 probablemente; el
temor, el miedo que se apoderó de hinchas y jugadores en las fechas finales que
definían su permanencia, posiblemente.
La cuestión es que River se fue a la B
hermano. Sí, esa noticia que generó el eterno “cómo? Quién se fue?” detrás de una frazada, o cataratas de sms,
llamadas y charlas de feis aquel frío 26 de junio de 2011, era verdad. Nos
pellizcábamos. Algunos fueron más incrédulos, otros nunca dejamos de confiar en
que lo lograrían, en que demostrarían a la hora de la verdad más verdadera su
temple histórica y que iban a irse. La cuestión es que todos, ese día, aunque
sea un poquito, no lo pudimos creer. Los jugadores de Belgrano, que comenzaron
perdiendo 1 a 0 el partido que luego empataron, que temblaron cuando Bordagaray
tomó la pelota y desafió al mundo estrellando el tiro libre en la barrera; festejaban
temerosamente en medio de un gashinero mudo y destrozado por sus propios
hinchas.
Atilio, aquel que comenzó a relatar “para contar historias liiiinnnndaaaas” ya se había quedado afónico
de denunciar entre lágrimas a las “rrrrrrrratas
(que) mandaron a riveeeer a la beeeee”
y los “ssssátrapas” que “hicieron mierrrrda a rrriiiveeeer” y de
decirle a Daniel “qué soberbio fuiste!!!”,
en un relato mitad épico, mitad surrealista. “La guerra civil de River”,
según el incomparable Lito, mostraba al mundo su batalla más sangrienta. River
se convertía en un equipo del ascenso ante su propio público. Todo era drama.
Todo era un pozo negro del que parecía imposible salir. Si hasta un grupo de
hinchas propuso que River no usara sus colores en el ascenso, si no que el rojo
fuese cambiado por negro. Como un modo de no dejar registro de la humillación.
Como una manera de negar la historia del club.
El beto poniendo la buena onda de siempre |
Volvamos unos día atrás. Fecha 19
del Clausura ´11. De nuevo cancha de River. El local, en franca caída libre,
recibe a Lanús. El peor escenario que podía pasarle al club se le presentaba en
el camino: dependía de sí y de nadie más, ganando evitaba cualquier
especulación con una promoción. Vale la pena la redundancia: ganando de local
contra Lanús se aseguraban su permanencia en Primera. 90 minutos después el
equipo se retira derrotado 2-1 entre insultos y amenazas de sus simpatizantes.
Diario Perfil tituló al día siguiente “A
la promoción con la hinchada en contra”. Y cómo olvidar también la semana
de la promoción. Nervios, temores, miedos, especulaciones, esperanzas –pocas-.
De repente el 2-0 pirata. Y la locura. Hinchas encapuchados corriendo alocados
a amenazar jugadores en pleno campo de juego: “PONGAN”. “¿Le hacen eso a jugadores
contrarios? Qué locura, así no se ganan los partidos”; diría una mamá
asombrada; “no ma, golpean e insultan a los jugadores propios”, responde el
hijo. Todo eso y más pasó en esa semana. O qué, ¿ya se olvidaron? Todavía flota
la imagen de un anémico Alonso convocando una conferencia de prensa para decir
vaya uno a saber qué. En qué andará el Beto. Un saludo.
Y empezó el Nacional y se
sucedieron los partidos. Y llegó el glorioso “vos sos de la B” de Deportivo Merlo, y el lacrimoso festejo de
Funes Mori quitándose la camiseta y revoleándola al aire en el agónico y
emotivo empate con Defensa y Justicia en cancha de San Lorenzo. Fechas más
tarde llegó el heroico triunfo de Boca (Unidos, de Corrientes) sobre River, la
noche antes de que Boca (Juniors) conquistara el campeonato de Primera División
de manera invicta. Llegó el verano y más refuerzos también: al Chori (insultado
la mitad de los partidos, más o menos) y Cavenaghi (sacado en el entretiempo
del partido definitorio, la última fecha en el gashinero), se sumó una estrella
a la altura de semejante torneo que afrontaban los de Núñez: David Trezeguet
(un jugador que considera igual de difícil jugar con Deportivo Merlo que contra
el Real Madrid). La cosa parecía que iba a estar liquidada mínimo 3 fechas
antes del final, y con galera y bastón. La historia así lo indicaba. Meses
después, en el segundo tiempo del último partido, contra Alte. Brown, de local,
con un gol en claro orsai, River se aseguraba su gloriosa y ansiada vuelta a
Primera.
Plateísta emocionado por vencer a su ex ídolo Ogro Fabbiani |
La cuestión es que el año pasó. Pasaron
los convulsionados meses del “como a los
naaaazis, les va a pasaaaar!!!”. Todos parecieron acostumbrarse, aceptar y
naturalizar tanta miseria. La imagen de
un hincha llorando en el triunfo 2-0 de local ante Indepte. Rivadavia es
muestra irrefutable de ello. Si lo viera el pobre Labruna. Y ahí todavía se ve
al pelado Almeyda decir que el torneo de ascenso era más difícil que el calcio
italiano. Aún nos asqueamos con el culo de Ponzio sangrando, metáfora perfecta
de un año rojo sobre pantalón blanco. Aún los hinchas siguen esquivando víboras para conseguir una entrada en el fascinante mundo de Farinella. Pero bueno, River
volvió y ya es nuevamente un equipo de Primera División. Las anécdotas, las
horas de risas y las alegrías que brindaron a millones de personas será una
deuda difícil de saldar para todos nosotros. Si hasta llegamos a creer que sin
darnos cuenta habíamos vendido el alma al diablo.
Pero hay algunas cosas que quedarán,
sobre todo una marca que no podrá ser borrada ya nunca más: riBer. Bienvenido entonces
riBer, de corazón, no imaginás cuánto vamos a recordar este glorioso año. Y ahora,
a sumar y sumar y sumar. Arrancan con cero de promedio. Tanta gloria sólo puede
superarse de una sola forma. Aún te creo capaz de hacerlo.
El más Bacán
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