29/5/07

Nueva visión en la calle Godoy Cruz (Publicado en Quedishu? N°1)


Enero

El ciego miró a su alrededor y vio un contraste de bultos que se movían, que oscilaban inmersos en el vórtice del planeta.

Ciego: ¡Veo, nuevamente veo!

El travestido de minifalda ajustada carecía por completo de intelecto y juntó los granos de su cerebro para intentar esbozar algo.

Travestido: ¿qué es lo que ves imbécil, nunca viste una mujer así no?

C: te veo, te veo, no lo puedo creer, te veo.

Estremecido se puso a dar vueltas como un trompo ebrio y sonrió hasta en el más mínimo diente, grito y lloró. Los bultos se hacían personas, y la vorágine vida natural.

C: Dios salve a la Tierra y a toda la belleza que se retuerce delante de mí, por favor, veo lo que nunca he visto, los hombres, esos son los hombres y esas las mujeres, el cielo azul. ¿Dónde están los pájaros que surcan el aire como las hojas del otoño, hasta hacerse dueñas del árbol?

El hombre disfrazado de mujer se arrodilló y comenzó a reírse pensando que el ciego estaba loco. Entre sus cejas peladas se podía ver como sus ojos se cerraban, como su cara se achinaba y sus dientes opacos brillaban de mugre.

El cerdo capitalista que viajaba en su BMW apagó su rubio en las faldas de su acompañante y también se rió, aunque este lo hacía socarronamente, lascivo.

Cerdo: Qué asco, Dorotea, miré esos muñecos de plastilina abnegados en ensuciar mi vista, miré como se ríen, carentes de todo.

Dorotea: No se preocupe señor, ya estamos entrando en el túnel subterráneo del centro, donde sólo verá luces y muertes estampadas contra las columnas, donde el suburbio no alcanza con su olor nuestro perfume.

Cd: Acelere, Dorotea, acelere en nombre de la belleza.

El ciego corrió hasta esfumarse de la vista de todos. Corrió y todos se hicieron ciegos.

Derretido y formando parte del piso engalanado en baldosas, el travestido se desnudó y se fue por las hendijas del suelo hasta morir víctima de las alcantarillas. Después se hizo materia y subió al coche del hijo de Dorotea.

Transcurría el más frío de todos los eneros en la urbe capitalina, donde lo cosmopolita da paso al rechinar bucal y las moscas se enojan con el excremento helado. Los hilos de cera cuelgan del árbol atrapando mamíferos que incautos como pelotas entre los autos orinan sus bulbos, y el ciego se encuentra viéndolo todo y entendiendo nada de nada.

C: ¿usted es un policía?

El seguridad del edificio alto sobre Las Heras, enfrascado en un unidesforme azul, se sintió ofendido.

Seguridad: ¿Quién te crees que sos? ¿Por qué me ofendes?

C: Perdón degenerada autoridad, nunca vi a alguien como vos, nunca vi a nadie. Nunca vi. Hoy te estoy viendo…

S: Ahhh, así que me estás cargando nomás, vivo.

C: ¡No! mi señor, no creas eso. Hoy salí del claustro para observar el mundo externo, la oscuridad se dio por vencida conmigo y sólo abrió paso a la luz. Sos una persona inédita.

La puerta se cerró tan frontalmente en las narices del ciego que sus ojos pudieron apreciar el reflejo de acomodación y el humor de sus ojos, que se secaron raudamente.

Hombre deambulante que busca el placer de la contemplación y es escuadronado en las huestes de la indiferencia e irascibilidad, que moldea su sociedad como un ejercito de prejuicios e intolerancia, hasta con quienes sólo anhelan ver.

C: qué ocurre que se castiga y se burla al hombre interrogante, al hombre descubridor al que se revela un mundo misterioso y fútil, frívolo y enajenado, alienado, con gracia de muerte en pos de la humanidad?. ¿Cuál es el precio que hay que pagar por ver lo que antes no veía? Somos la flor que nace en el pantano y es devorada por la erosión, sola, minúscula. Somos la luz de la palabra, los ojos del penar accesibles para todos. Gran misericordia necesito recibir para afrontaros. Maldita sea esa clemencia que destierro desde lo más profundo de mis tuétanos y a la que nunca concederé relevancia por ser yo el único que supo despegar de las alas la videncia y la claridad que se hace fuerte ante mis ojos nuevos.

Frío. Tanto el ciego como los vagabundos saben de fríos y cartones que eclipsan el congelamiento, para hacer habitaciones los pisos desiertos de calor, los pisos despojantes de basura, los pisos que albergan al hombre de olor etílico que revuelve su barba buscando una nueva diversión hasta conseguir su elixir, conviviendo con su interior explotado en el piso feo.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

esta bueno por que queda como que faro hizo algo, ahhhhhhhhh

Anónimo dijo...

muy bueno che!
por si no savian me hise una web-blog con un amigo con el que estamos haciendo de todo un poco por ejemplo:
yo hago animaciones,hacemos historias,cuentos,cuentos flasheros y estoy haciendo historietas para la pagina!
espero que sigan con esa buena forma de escribir!
un saludo desde gualeguaychu!

3E {Emiliano Espino!}