29/11/13

Quedishu-tips generadores de anécdota para este fin de semana

Cada uno de estos tips puede disparar una variedad de hechos insospechados de mayor o menor riqueza para el recuerdo en posteriores "Día del amigo". ¿Y vos? ¿Tenés algun tip para este finde?

  • Subirse a un micro de larga distancia cuyo destino ignoremos, sin contar con celular ni dinero para emprender el regreso.
  • Sacarle la gorra un policía de la bonaerense.
  • Intentar besar a tu mejor amigo/a.
  • Jugar "Copitas locas" sin las medidas de seguridad que corresponden.
  • Colar en el cementerio más cercano a tu barrio a jugar a la ouija.
  • Salir disfrazado de Batman/Batichica a la noche a patear los cien barrios porteños.
  • Jugar al rin raje pero obviando la parte del raje.
  • Colar en 678 el domingo al grito de "Clarín es la papa giles" y ver qué pasa.
  • Ir preguntando por distintas fiestas si consideran que el General llevaba un "estilo de vida rasta" (basado en hechos reales que terminó con el jugueteo sexual correspondiente).
  • Intentar ir a la redacción de Quedishu?
  • Tomar tu mp3 o walkman, dirigirse al primer lugar que una canción mencione y volver.
  • Organizar una parrillada de Tofu y Seitán con metaleros.
  • En un boliche o bar hacerse pasar por venezolano/a con gente desconocida. (Sardina)
  • En un cumpleaños preguntar a los asistentes por quién voto o a va a votar. (Sardina)
  • Proponerse tomar algo en todos los bares de una localidad y a la mitad de la noche subir la apuesta e irse sin pagar. (Basado en comentario de Ezequiel Vila)


Quedishu? SRL no se responsabiliza por los daños o perjuicios que pudieren surgir a partir de la realización de las acciones abajo citadas, según nos dice acá nuestro abogado Pablo Larcency.

26/11/13

Homenaje a la anécdota

Para quien lee asiduamente estas páginas no le extrañará que hablemos de la anécdota. Pero un Quedishu? de ley siempre encontrará una forma de superarse y extender un poco más el horizonte que determina la finalización del mundo anecdotario. La historia que leerán roza lo inverosímil, pero el registro fotográfico y el prontuario de sus protagonistas invita a dar entidad a estas palabras.

Un inicio
1999. Cuando la mayoría del país decidía que la tibia alianza era la salida ideal a la segunda década infame de nuestra historia, el metal argento recibía una placa que marcaría a las brigadas metálicas con un puñado de canciones para el recuerdo. Almafuerte, la banda liderada por la impronta de Iorio y la inigualable y mágica guitarra de Marciello editaba “A fondo blanco” y decía que había encontrado finalmente su sonido, bajando el tempo pero no la densidad de un metal pesado que no dejaba de superarse. El disco, que contiene clásicos imborrables como A vos amigo, Convide rutero o El visitante, abría con Homenaje. La guitarra del Tano daba paso a la voz de Ricardo, que contaba una historia de las suyas. Sobre orillas del río Uruguay, en Ñandubayzal.

La palabra y la acción
2013. Dos muchachos arriban a pasar el caluroso enero a la provincia de Entre Ríos. La promesa había sido hecha, sin tener demasiado claro entonces la posibilidad de que se cumpliera. Lo primero que averiguan en la oficina de turismo de Gualeguaychú es “¿sabés dónde vive Augusto Romero?”. La incredulidad que disparaba la mirada de la empleada no amainó el espíritu quedishuista en nada. La proeza estaba en marcha.
Horas después, mientras luchaban por contener la emoción que uno tiene cuando sabe que está haciendo algo histórico, golpeaban sus manos en la puerta del rancho. El mítico personaje aparecía -lejano, casi literariamente- detrás de la casa. La reacción de uno de ellos que se dio vuelta y dijo “Es!”, es la mejor manera de resumir el momento. Minutos más tarde compartían sobre el patio pelado de pasto una charla épica con quien 14 años antes había sido para ellos un personaje más de la narrativa ioriesca, como “el pibe tigre”, “el niño jefe” o los aborígenes tilcareños. 

La ruptura de la convención artística
Resumidamente. Cualquier tipo de mensaje puede ser definido por los efectos de sentido que provoca en su receptor. Una orden es un tipo de mensaje que no se preocupa por las formas y los arreglos retóricos porque tiene como fin que quien recibe el mensaje actúe según la palabra del enunciador y nada más. Una publicidad es un nefasto invento capitalista que tiene como fin el consumo. Un mensaje religioso tendrá como objetivo invocar las fuerzas sobrenaturales para que tengan un efecto sobre la realidad mundana.
El arte es un tipo de mensaje donde el énfasis está puesto en la forma. Matices más o menos, lo que lo define como tal –más allá del contenido- es la intención de producir un goce estético. La música no es la excepción. O sí. Analicemos fragmentos de la letra de Homenaje y volvamos luego sobre estas palabras.


“Ñandubayzal, en Entre Ríos
Gualeguaychú suburbano
Donde mi vagar halló destino
Maestro, amigo, mi hermano.
Rancho plantao´ junto al camino
que va hacia el río curveando
Pasión de santos un gaucho vivo
Y me arrimé a saludarlo”

Las precisiones espaciales y temporales de una obra artística pueden carecer de la exigencia de ser ciertas. Como decíamos, el énfasis del arte no pasa por el régimen de verdad. Pero ahí fueron los quedishus –que nunca gustan de las convenciones y los acuerdos-, encararon hacia Ñandubayzal preguntando a troche y moche cuál era el rancho. Y lo hallaron, por supuesto.

“si lo encontrás quisiera le recuerdes
Que yo le canto con toda mi voz”

Aquí el punto cúlmine de la anécdota. La palabra artística hecha acción: en medio de la charla con Augusto Romero los quedishus se despacharon con un imborrable: “Augusto, queríamos recordarle que Ricardo le canta con toda su voz”. La ruptura conceptual estaba hecha. El sacrificio con el olimpo de la anécdota estaba saldado. Los quedishus en cuestión habían comprendido de qué se trataba la vida. Y entre inocentes y satisfechos se iban de lo de Augusto, que los saludaba desde la puerta del rancho rodeado de sus perros fieles y amigables.

A modo de cierre y reflexión
Vivir por y para la anécdota no es tarea fácil, hay que ser  justos en esto. Dedicarse a este camino implica despojarse de todo prejuicio, cualquier atisbo de vergüenza y de respeto a convenciones burguesas y retrógradas. Ahí estaban los quedishus, tomando una cerveza mientras el sol  se iba y pintaba el atardecer entrerriano. Sabían que no era una anécdota más. Cualquier metalero de ley chapearía y mucho con esto. Festejemos quedishus, nosotros lo hemos hecho, y vivimos para contarlo. No naturalicemos la importancia de vivir por y para la anécdota. EA!

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