29/11/07

El saqueo a la fiambrería (parte 2) - Quedishu? N°3

Continuación de la Quedishu? safe mode (sino la leiste dale el click acá)

Elige tu propio embutido!!!

1) Si considerás que la desaparición de Ricardo es producto de una maniobra heroica lee esta página, sino salta a la otra.

….Mientras quien decía ser Luisa L se acercaba a Carlos, Ricardo se había escabullido debajo del mostrador para poner en marcha su plan maestro. Él, más que nadie, conocía la verdadera identidad de Luisa L y bastaría con una sola señal para poner en marcha la defensa del local.
Arrodillado sobre el mosaico sintió como un hilo de saliva se deslizaba sobre su tobillo adolescente, parecía como si esa sensación le hubiere hecho recordar que todavía conservaba ese hediondo salchichón añejado, en pésimas condiciones, que ofrecía a los clientes que preferían al fiado como forma de pago. Al desenvolver el papel de diario que cubría al embutido, un olor intolerable se apoderó del ambiente.
Ramón: - Carlos!!! Por dios, ese fuiste vos, podría reconocer tu olor aunque estuviera abajo del agua

Carlos: - Por favor, ya no puedo tolerarlo. A ver preciosa, acompañame a la pieza.

La joven en silencio y conservando la calma comprendió el mensaje que Ricardo le había enviado en forma odorífera.
Carlos: - A ver, viejo desdentado, llevame a la pieza!
El gallego, atemorizado entre arcadas, los dirigió a esa humilde habitación donde solía descansar entrada la tarde. Era un cuarto pequeño empapelado por una gran variedad de posters, se podía encontrar desde los últimos campeones de físico culturismo de Nueva Pompeya hasta una foto de Arnaldo André. Todo elegido acorde al andrógeno gusto de Ricardo.
Carlos sentía que la suerte estaba de su lado, no solo estaba robando una importante suma de dinero, tenía casi lista la picada para la noche, sino lo mas importante… estaba a solas por primera vez con una señorita a pesar de sus 45 años y ella parecía estar entregada.
Luisa L le acariciaba la cabeza mientras despedía al Gallego afuera de la habitación, paso seguido cerró la persiana y lentamente comenzó a desprenderse sensualmente la blusa mientras Carlos la aguardaba obnubilado sentado sobre el catre.

Ricardo se incorporó esbozando una mueca de felicidad.
Ramón: - Dónde estabas baboso?
Ricardo: - Perdón, guapetón, es que me había resbalado. Te puedo hacer una pregunta, sweety?
Ramón: - No veo la hora de irme para no escuchar esas palabras tuyas, espero que mi amigo haga las cosas rápido. ¿Qué querés saber asqueroso?
Ricardo: - A tu amigo le gusta la Sopressatta?
Ramón: - Ehh? Por qué?

Carlos: - Ahh! No, por dios, porque a mí Mugdgd (ruidos guturales)… Silencio.

Lagos de vómito inundaron el suelo, Carlos permanecía en la cama con la mirada perdida, atónito, mientras de fondo sonaba cálidamente la canción The Crying game .

Quien decía ser Luisa L no era ni más ni menos que el Sargento Leopoldo Luís García en un día de franco, quien cumpliendo su deber no tardó en apresar a la banda, pero por caerles simpáticos no los detuvo. Ambos partieron por donde vinieron y se fueron con las manos vacías, salvo Ramón que mordisqueaba un retazo de paleta. En lo que respecta a Carlos, nunca más volvió a llevarse un Salamín a la boca.


2) Si considerás que la desaparición de Ricardo no es Producto de una maniobra heroica esta página es para vos.

Mientras quien decía Ser Luisa L se preparaba para ser saqueada por Carlos, Ricardo, entrado en pánico, se escondió tras el mostrador abrazando el frasco de pickles. Sosteniéndolos, se le ocurrió una idea que podía salvarlo.
Mientras la joven era conducida hacia las heladeras Ricardo tomó un pickle y lo mordisqueo moldeando la forma de un murciélago, tal como el emblema que llevaba Alfred en su llavero, al tenerlo listo lo puso sobre una indispensable linterna que cabía tanto en el bolsillo del caballero como en la cartera de la dama (frase que recordaba de un vendedor de subte). Su plan era realizar una suerte de señal que fuera decodificada por el Joven Bruno Diaz para que este acudiera con ayuda a la despensa.
En la calle el semáforo rojo puso momentáneo fin a la marcha del BMW conducido por Alfio.
Milo: -Estimado Alfio, creí que la Batiseñal sólo se podía encontrar en Ciudad Gótica.
Alfio: -A qué se refiere, doctorado amo?
Milo: Mira a tu izquierda
Alfio: Ahhh! Qué asqueroso, ese no es más que el baboso Ricardo Tapia que aprovecha a llamar a su amigo Bruno a pasar ratos de intimidad cuando el Gallego se dormita en esa pieza que tiene al fondo…
Milo: Interesante forma de comunicación, interesante.
Al tornarse verde nuevamente la luz del semáforo el BMW desapareció dejando una leve estela de humo.
Caminaba por la calle Ryu, quien ya había dejado la pelea callejera y se dedicaba a la venta de pilas de origen chino. Tanto él como sus clientes sabían que la calidad de las mismas eran deplorables, pero afortunadamente se vendían solas.
Al contemplar esa tenue luz que irrumpía desde el interior del local decidió entrar a probar suerte.

Ryu: -Buenas tardes señoras y se….

Enseguida comprendió lo que estaba sucediendo, nada podía hacer,

Carlos: -Quieto ahí! Chinín, ya sabés lo que es esto así que obviame todas esas frases. De dónde te tengo a vos?
Carlos se rascaba la cabeza como si ese frote le fuera a clarificar la memoria.
Ramón: -Charly! Qué paso? Quién vino?

Al acercarse se topo con el actual vendedor de pilas.

Carlos: -Reimon, no le vez cara conocida a este?
Ramón emocionado hasta las lágrimas se acercó al vendedor, lo toco como si no fuera de carne y hueso, quería asegurarse que no era un holograma.
Ramón: -A vos te debo mi felicidad, vos me hiciste crecer papá! Yo con vos salí campeón! Qué haces por aca?... quedate un ratito.
Carlos: -quien es este de la túnica blanca y Binchita de Rambo?
Splinter: Es Ryu el del streer Figther
Carlos: En serio? Qué hacés genio, a ver mandate un abuquet!
Ryu:- No, ya fue eso
Ramón: -dale, ponete las pilas.
Todos en el almacén se emocionaron y se acercaron al nuevo visitante.
El robo había pasado a un segundo lugar, era hora de inmortalizar este momento y qué mejor que hacerlo con una picadita.
Carlos: -a los pibes lo seguís viendo?
Ryu: sí, a algunos sí
Ricardo: -Dale mashito, llamalos a comer.
En 15 minutos el gallego se cortó unos fiambrines, variedad de quesos, todo menos sopressata, porque se uso en capitulo anterior, y en lo que quedó de la tarde fueron cayendo al llamado de Ryu: ken, quien ahora se dedica a la compra/venta de celulares; Blanka, que es electricista; Guille, que maneja un taxi turno noche y Dalsim, el que se estiraba, que ahora está viejo y perdió elasticidad y ya no tiene ninguna gracia.


Milo

5/11/07

La siesta (por Richi)

Me encuentro momentáneamente sin ganas de escribir, no sólo por la fatiga de mi diestra, sino también, la más pronunciada de mi cerebro. Sin embargo, el suceso que me propongo relatar no merece olvidarse. Por lo tanto lo voy a referir a continuación: a eso de las tres de la tarde gozaba yo de mi siesta habitual, cuando un ruido fuera de lo común despertóme con la consiguiente inquietud. Aun despabilándome, busqué la fuente del estrépito que semejaba un disparo de arma de fuego. Trepé la pared lindante con el patio del vecino y, al asomarme, topé con lo increíble. Sí, lo que vi era poco creíble: sobre una tarima se había llevado a cabo un duelo a pistola con la resultante de un occiso. Y, como si esto no llamara la atención, un grupo numeroso de personas estaban presentes y, en una actitud incomprensible, aplaudían y vivaban al vencedor que pudo apretar primero el gatillo. No sé cuál fue la causa seguramente importante que llevó a esta gente a batirse a duelo. Tampoco encuentro un motivo para la reacción de la gente presente en el lugar. Luego de esconderme y volver a mi casa por temor a una represalia en caso de ser sorprendido, reanudé mi siesta ya con la idea de estampar en papel la secuencia de la cual me fue dado ser testigo.*

*Esto fue escrito por un idiota que vivía en un teatro