9/6/12

La impunidad del sillón

El enemigo de Feinman pide calma
Introducción: el deporte, desde su inicio, sirvió para canalizar las tensiones del hombre. Para despejarlo, divertirlo, entretenerlo, sacándole así las presiones cotidianas a las personas. Desde el Softball de los mapuches jugado con cabezas de araucanos en nuestro sur querido, hasta el polémico fútbol. De a poco el deporte propiamente dicho pasó a llenarse de exigencias y presiones, justamente de lo que el propio deporte quería deshacerse. Competitividad, esa es la palabra dominante. Empezó con el típico “no me gusta perder ni al yo-yo” y terminó en la profesionalización de la mayoría de los deportes. 


A partir de eso, los hombres viajan por el mundo ofreciendo sus dotes para entretener a la gente. Mejor dicho, enfervorizarlo. Argentina tuvo grandes deportistas, situados entre los mejores de la historia en su disciplina. Fangio, Vilas, Conte y Maradona son considerados, cuando no “el mejor”, de los mejores. Pero (siempre hay peros en la historia), en los últimos 20 años nos fuimos quedando en las puertas de la gloria. Recorrimos todos los caminos, pero siempre con hielo seco en el pecho. Excepciones las hay como Manu en la NBA, las Leonas con un Mundial debajo de los pechos, y el fútbol en las últimas dos olimpíadas.


Dejémonos de joder, una medalla no es una copa del mundo. Gaudio tuvo un éxito, en demostrar que quiso perder menos que Coria. La final de Roland Garros de 2004 fue la demostración más grande de la historia del pecho frío, es el ejemplo más claro de lo que le pasa a los deportistas argentinos en los últimos años. “Ganalo vos”, “No, tengo miedo, ganalo vos”. Somos siempre campeones antes de viajar. Y la mayoría de las veces volvemos con las manos vacías. 

“Tres mil personas recibieron con aplausos en Ezeiza a _ _ _(ponga el conjunto que ud. quiera) que salió segundo tras luchar hasta el final”. Perdimos, porque si me hizo levantar a las 5 de la mañana para quedar afuera con SUECIA, SÍ, SUECIA, jugamos todos. ¡Basta de héroes a medias! ¿Cómo hacen tipos como Jordan, Federer o Woods? ¿Cómo hacía Maradona? La diferencia siempre fue y serán los huevos. Era el mejor porque no se tiraba, porque corría. Acá tenemos excelentes jugadores. Pero se tiran cuando empatan 1 a 1 con Suecia y, a pesar de perder, piden calma. Calmas tengo las pelotas. ¡Un poco de espíritu carajo! Basta con conformarse con 2dos, 3ros, 5tos puestos. ¡Quiero festejar! Adorar ídolos terrenales, llenar el obelisco y olvidarme que los Kirchner se afanan todo y hunden al país. Basta de llevar en andas al esfuerzo, hay que llevar en andas al triunfo.

Capítulo 1: Los cimientos de la amargura. Hoy “El fracaso tiene olor a chivito”.

Corría el año 1928 y Amsterdam acunaba al quinto Juego Olímpico de la historia. La selección uruguaya de fútbol defendía la medalla dorada obtenida en el 24´ y el fútbol argentino llegaba por primera vez a los juegos. Se ganan 3 partidos al hilo a Estados Unidos, Bélgica y Egipto con 23 goles a favor, una gran proeza. Se llega, entonces, a la esperada final con los vecinos platenses. El resultado del encuentro fue 1 a 1. Argentina tiene una segunda final para llegar a su primer oro olímpico y los 90 minutos reglamentarios vuelven a terminar 1 a1. Tiempo suplementario en una final ¡Qué nervios! El gen argento ve la luz al principio del túnel y nace. Uruguay desnivela faltando 8 minutos para el final.Bienvenida primera medalla al segundo puesto.
Los charrúas haciendo lobby en la vuelta olímpica
Pasan dos años y llega el primer Mundial de Fútbol. Ahora sí, es nuestra oportunidad para demostrar de qué está hecho el macho argentino, carajo! Se le gana a Francia, México y Chile en la primera rueda. En semi se le hizo 6 goles al poderoso Estados Unidos, un equipo formado en su mayor parte por veteranos escoceses. La final, otra vez contra los vecinos amantes del chivito. 

El marcador lo abre Dorado, para Uruguay. Pero el carácter argentino ahí nomás salió a la
cancha y lo da vuelta con goles de Peucelle y Stábile y nos vamos al descanso. ¡Ahora sí, no se nos puede escapar! ¡La copa es nuestra! Empieza el segundo tiempo, Stábile y los suyos erran tres clarísimas. Los goles que se erraron en un arco se convirtieron en 3 pepas uruguayas. 4 a 2 y segundo puesto, otra vez.

Para la página de la AJI (Asociación del Julio Inmortal), la actuación del seleccionado en ese mundial “cerró un ciclo inicial brillante: Argentina llegó a la final (…), y perdió 4-2, luego de ir ganando 2-1, ante 93.000 espectadores en el mítico estadio Centenario de Montevideo.” Si perder una final ante 93 mil personas después de irse al descanso ganando 2 a 1, es un “ciclo brillante”, hoy día nos está yendo muy bien.

Por Java en Quedishu? 5 
(Octubre 2008)

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