25/11/12

Paneo a un posible escenario de la guerra


Nacía un nuevo día en Medio Oriente. El sol asomaba desde el horizonte e inundaba de luz los cuerpos reventados por la metralla, y las piedras de las viviendas destruidas por las bombas. Mire bien señora, si se fija podrá ver todavía una mano o un pie asomando entre los escombros. En el medio de la ciudad destruida, una cancha de fútbol. Israelíes y palestinos hacían un alto al fuego en la franja de gaza. El mundo se vio conmocionado a raíz del insólito acuerdo al que llegaron ambos países: el conflicto se resolvería con un partido de fútbol. Fue cuestión de segundos, la noticia atravesó como un rayo las globalizadas redes de la informática, y la prensa comenzó a magnificar el suceso. 

El espíritu futbolero se apoderó del globo. Aún hoy pueden leerse este tipo de pintadas sobre los muros que quedan en pie: "Israel corre", "Palestina manda". Por entonces, el sol caía de pleno sobre el campo de juego, la gente (hinchas con la camiseta del seleccionado de fútbol de sus respectivos países, soldados, vendedores de basura, altas autoridades eclesiásticas, periodistas) era una marea movediza que reventaba en las tribunas.

Dibujo por Nico De Luca
En esto estábamos  cuando los jugadores comenzaron a salir del túnel. Un integrante de Hamas comenzó a disparar desde la tribuna, pero los soldados se encargaron enseguida del provocador del disturbio y todo volvió a la normalidad. El referí se llevó el silbato a la boca y el partido comenzó.

Era un partido trabado, difícil. El 9 de Israel, que era un morfón, había desperdiciado dos claras chances de gol. La pelota circulaba ahora por el mediocampo, protegida por el 5 palestino, cuando un jugador de Israel vino corriendo y lo bajó de atrás. El 5 Palestino cayó tomándose la pierna fracturada. Si se tratara de un partido normal veríamos a este hombre ser atendido por los paramédicos. Pero ya que el encuentro acontecía en Gaza, allí estaba, retorciéndose de dolor, desfavorecido por la crisis humanitaria reinante en la zona que impedía su inmediata atención.

En esto un delantero palestino le envía un centro desde la izquierda a su compañero, que la baja de pecho y le pega clavándola al ángulo. El autor del gol se saca la camiseta y lo grita frente a la hinchada de Israel. Una lluvia de metralleta es la culpable de su final; el cadáver es retirado dejando un rastro de sangre en el pasto. Otro jugador entra en lugar del finado. El técnico palestino debió realizar, por obvias razones, un cambio.

Por Julián (Publicado en Quedishu? 4bis - Mayo de 2009)

1 comentario:

Anónimo dijo...

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